¿Estabas a dieta, perdiste 5 kg y al mes te volvió a salir un plus? No es tu culpa
Resulta que la mayoría de los métodos para perder peso actúan contra el cuerpo, no a su favor.
Cuando reduces drásticamente las calorías, tu cuerpo entra en modo de supervivencia: ralentiza tu metabolismo y almacena cada caloría. Y después de volver a tu dieta habitual, tu peso aumenta aún más rápido.

El principal error es considerar la pérdida de peso como una medida temporal.
Las dietas con restricciones estrictas enseñan al cuerpo a temer el hambre, por lo que almacena grasa intensamente a la primera oportunidad.
En cambio, vale la pena cambiar tu estilo de vida gradualmente. Por ejemplo, reduce las porciones en un 10% cada semana, reemplaza productos dañinos por análogos saludables, de esta manera no afectarás tu cuerpo y evitarás averías.
Otro mito es la necesidad de contar cada caloría. No sólo es agotador sino que además no tiene sentido.
Las calorías del brócoli y las donas se digieren de manera diferente: la fibra y las proteínas requieren más energía para digerirse, mientras que el azúcar se deposita inmediatamente como grasa. Concéntrese en la calidad de los alimentos, no en las cantidades.
La actividad física también es importante, pero el sobreentrenamiento es perjudicial. Cuando te esfuerzas al máximo en el gimnasio, tus niveles de cortisol aumentan, lo que provoca un aumento de peso.
Es mejor combinar el cardio con el entrenamiento de fuerza y no olvidarse de la recuperación.
El paso más importante es trabajar con la psicología. La comida a menudo se convierte en una forma de afrontar el estrés, el aburrimiento o la tristeza.
Busque otras fuentes de placer: pasatiempos, paseos, comunicación.
Y recuerda: los pequeños caprichos en la nutrición son normales. Lo principal es no convertirlos en atracones que duren una semana.