En una era de plazos interminables y sobrecarga de información, la ansiedad se ha convertido en una compañera frecuente de la vida.
El estrés crónico no sólo reduce la productividad, sino que también provoca dolencias físicas, desde insomnio hasta trastornos cardiovasculares.
Además de las prácticas psicológicas y la actividad física, la nutrición juega un papel clave en la lucha contra esta condición. Descubramos cómo ajustar su dieta para recuperar su tranquilidad.

Pescados grasos: un escudo para el sistema nervioso
El salmón, el atún y la caballa son ricos en ácidos grasos omega-3, que reducen la inflamación en el cerebro asociada con los trastornos de ansiedad. Los estudios demuestran que el consumo regular de este pescado reduce el nivel de hormonas del estrés en un 20%.
Chocolate negro: dulce alivio
Los granos de cacao contienen flavonoides, que mejoran el suministro de sangre al cerebro, y magnesio, que relaja los músculos. La clave es elegir chocolate con al menos un 70% de contenido de cacao para evitar picos de azúcar que pueden aumentar la ansiedad.
Plátanos: antidepresivos naturales
Estas frutas contienen triptófano, un aminoácido necesario para la síntesis de serotonina. Combine el plátano con nueces o avena: los carbohidratos mejoran la absorción del triptófano, proporcionando un rápido efecto calmante.
Alimentos fermentados: el intestino como segundo cerebro
El chucrut, el kimchi y el yogur natural restauran la microflora intestinal, lo que afecta directamente al fondo emocional. Los probióticos que contienen reducen la actividad de los centros cerebrales responsables de la ansiedad.
Té verde: relajación sin somnolencia
La L-teanina presente en la bebida estimula la producción de ondas alfa en el cerebro, que inducen un estado de concentración relajada. Al mismo tiempo, a diferencia de los sedantes, el té verde no provoca letargo.