Todos conocemos el famoso proverbio: “Desayuna tú mismo, comparte el almuerzo con un amigo, dale la cena a tu enemigo”. En base a esto, ¿se puede considerar el desayuno como la comida más importante del día?
Según varios nutricionistas, un desayuno equilibrado es importante después de dormir, ya que nuestro cuerpo gasta mucha energía durante la noche para recuperarse de un día ajetreado.
Es poco probable que alguien quiera sentirse cansado y somnoliento apenas unas horas después de despertarse; esta es la respuesta a la pregunta de por qué el cuerpo necesita recibir nuevos alimentos por la mañana para gastar energía.
Existen otros beneficios de desayunar que pueden convencerlo de no saltarse la primera comida.
El vínculo entre el desayuno y la obesidad
En un estudio en el que los investigadores analizaron los datos de salud de 50.000 personas durante siete años, descubrieron que las personas que no se saltaban el desayuno tenían un IMC (índice de masa corporal) más bajo en comparación con las que se concentraban en comer o cenar.
Según los autores del trabajo, el motivo es que gracias al desayuno se produce un aumento de la saciedad y, en consecuencia, una reducción de las calorías consumidas y una mejora de la sensibilidad a la insulina durante las comidas posteriores.
En apoyo de ello, se llevó a cabo otro estudio, esta vez con 52 mujeres obesas a las que se les pidió que se unieran a un programa de pérdida de peso de 12 semanas.
Todos consumieron la misma cantidad de calorías, sólo la mitad de los sujetos desayunó y perdió más kilos, y la otra mitad no.
Se concluyó que no es el desayuno en sí lo que hace adelgazar, sino un cambio en la rutina diaria habitual.
Los nutricionistas modernos sostienen que el efecto del desayuno sobre la obesidad se debe al hecho de que las personas que no lo saltan tienden a seguir un estilo de vida saludable y seguir una determinada rutina diaria.