No se hablará de este truco en un programa de cocina ni en el próximo bestseller de algún chef famoso.
Este secreto se transmite de generación en generación en familias donde hacer empanadillas caseras es una tradición.
Las albóndigas caseras avergonzarán incluso a las mejores compradas en la tienda. Pocos dirían que este es el plato más tierno, sabroso y jugoso. Por eso muchas personas prefieren hacerlas ellas mismas en lugar de comprarlas ya preparadas.
Sin embargo, hay un matiz que puede arruinarlo todo. Estamos hablando de una masa demasiado dura, lo que suele resultar si se le añade mucha harina.
Estas albóndigas se mantienen firmes incluso después de cocinarlas. Sin embargo, hay un truco que lo solucionará todo.
Al final de la cocción, echa un par de cubitos de hielo o vierte un vaso de agua fría en la cacerola con las albóndigas. Esto debería hacerse en unos 2-3 minutos. hasta que el plato esté listo.
La diferencia de temperatura tendrá un efecto positivo en la masa. La base quedará blanda y tierna, pero el jugo quedará dentro.