Los primeros platos a base de caldo son imprescindibles en la dieta de cualquier familia.
Sin embargo, el caldo, para cuya preparación se utilizó carne, aves o pescado, a menudo resulta turbio, lo que no puede dejar de afectar su apariencia.
Para no tener que convertirse en rehén de una situación tan desagradable, al cocinar caldo debes seguir una serie de reglas simples.
1. La carne no se debe colocar en agua hirviendo, sino en agua fría. Calentando gradualmente, el agua penetrará en las capas más profundas del producto y atraerá todas las sustancias extractivas al caldo.
2. No olvides eliminar rápidamente la espuma que aparece en la superficie del caldo.
3. Al cocinar, puedes poner en la sartén una cebolla entera, sin pelar.
Si el caldo aún queda turbio, procede según las siguientes instrucciones. Enfríe el contenido de la sartén a una temperatura de 70 grados, luego agregue claras de huevo bien batidas al caldo junto con el puré de cáscaras (una sartén de 3 litros requerirá 2 claras de huevo con cáscara).
Vuelva a hervir el caldo, revolviendo continuamente. Retira la sartén del fuego y déjala durante 10 minutos. La operación de enfriar y luego llevar a ebullición se debe repetir dos veces más con una pausa de 10 minutos.
Después de tales manipulaciones, aparecerá una espuma blanca espesa en la superficie, que debe eliminarse con una cuchara. Para hacerlo aún más probable, cuele el caldo con una gasa; con el tiempo se volverá transparente de color ámbar.