Las personas que se enfrentan a problemas graves intentan adaptarse y reducir el grado de estrés emocional.
Para ello, ellos, es decir, nosotros, utilizamos una variedad de estrategias. Por ejemplo, están intentando encontrar a quién culpar de la situación actual.
Los psicólogos creen que tal comportamiento no conducirá a nada bueno.
Este enfoque no ayuda a resolver conflictos y no contribuye en modo alguno a sentirse cómodo.
En cambio, buscar a alguien a quien culpar sólo aumenta el odio, reduce el foco de atención e impide que el problema sea examinado desde todos los lados. Además, como resultado, la condición personal se deteriora.
A menudo el resultado es ansiedad, depresión y problemas de comunicación.
Otras estrategias igualmente ineficaces para lidiar con el estrés incluyen la culpa, el catastrofismo y la rumiación, cuando un “chicle” de pensamientos y sentimientos gira sin cesar en tu cabeza.
Pero si hay malos caminos, también habrá buenos caminos.
Por ejemplo, para adaptarse y restablecer el equilibrio mental perdido, es posible aceptar la situación, es decir, aceptarla. Sólo así podrás actuar racionalmente.
Otra forma valiosa es centrarse en la planificación. Esto significa llenar tu cabeza con pensamientos sobre qué pasos específicos debes tomar para hacer frente a la negatividad que te ha sobrevenido.
En lugar de pensar en lo malo, sumérjase en pensar en lo agradable; de esta manera podrá abstraerse de lo negativo, lo cual es especialmente útil en los casos en que no puede hacer nada.
Finalmente, ponga el evento en perspectiva: piense en problemas similares en el pasado y en lo bueno de su presente.