¿Por qué en algunas partes del mundo la gente celebra su cumpleaños número 100 bailando con sus seres queridos, mientras que otros ya luchan con enfermedades crónicas a los 60 años?
La respuesta no está en las pastillas ni en la genética, sino en hábitos que parecen demasiado comunes como para tomarlos en serio.
La isla de Ikaria en Grecia, Okinawa en Japón y Nicoya en Costa Rica: aquí los centenarios no son una rareza. No hacen dietas ni corren maratones. Su secreto es el ritmo natural de la vida.

Caminan mucho, comen productos frescos de temporada y casi no tienen idea de lo que son los alimentos procesados.
Aquí no está prohibido el alcohol, pero se bebe con moderación y sólo se come carne los días festivos. La regla principal: la comida debe ser sencilla y las porciones pequeñas.
Las personas longevas no incluyen el deporte en su agenda. En lugar de máquinas de ejercicio, realice caminatas diarias, trabaje en el jardín o baile. El movimiento está entretejido en su vida cotidiana.
La segunda clave son las conexiones sociales fuertes. La soledad es un huésped raro aquí: las familias viven cerca y los vecinos se conocen desde hace décadas.
El tercer elemento es la capacidad de disfrutar de las pequeñas cosas. La gratitud por cada día, la risa y las comidas compartidas reducen el estrés mejor que cualquier terapia.
El hombre moderno busca píldoras mágicas, ignorando lo que hay en la superficie.
Sustituimos el sueño por el café, la comunicación por las redes sociales y la comida casera por el delivery.
Pero las investigaciones confirman que quienes duermen entre 7 y 8 horas, comen más verduras y abrazan regularmente a sus seres queridos tienen menos probabilidades de sufrir diabetes, depresión y ataques cardíacos.
Cambiar los hábitos da miedo, pero puedes empezar poco a poco. Reemplaza el ascensor por las escaleras, añade una cucharada extra de ensalada a tu plato, llama a un viejo amigo.
Los años robados a la enfermedad se componen precisamente de estas decisiones “insignificantes”.
Como dicen en Okinawa: "Desayuna tú mismo, comparte el almuerzo con un amigo y da la cena a tu vecino". ¿Tal vez esta sea la fórmula para otra década de vida?