No todos los desayunos pueden considerarse saludables, aunque así lo parezca a primera vista.
Por ejemplo, si estás intentando perder peso, no esperes que las gachas, el requesón o el yogur con bayas añadidas sean buenos para ti y tu figura.
Esto se debe a que estos alimentos tradicionales para el desayuno tienen un alto contenido de carbohidratos, un bajo contenido de proteínas y carecen de grasas saludables.

Esto significa que poco tiempo después de la merienda, querrás comer de nuevo y todos los esfuerzos que has hecho para perder peso se irán por el desagüe.
Para sentirse lleno durante mucho tiempo después de su primera comida, tenga en cuenta las siguientes reglas.
El desayuno, como ya hemos comentado, debe contener grasas, proteínas y carbohidratos complejos.
Encontrarás este conjunto de nutrientes en una tortilla con ensalada de verduras aliñada con aceite de oliva, un sándwich de pan integral untado con mantequilla de nueces y carne magra o unos rollitos de pescado rojo y un relleno de queso tierno y hierbas.
Pero tampoco debes negarte los carbohidratos simples: ¿cuándo más puedes comerlos si no es en la primera mitad del día?
Puedes darte un capricho con un trocito de chocolate negro, un malvavisco natural o una mermelada.
Además, preparar batidos de verduras, hortalizas, frutas y bayas se convertirá en un hábito saludable.
Algunas opciones excelentes son los pepinos, los tallos de apio, las manzanas o bayas sin azúcar y los brotes.
Sólo así podrás seguir las recomendaciones de los expertos, quienes recuerdan que para obtener todas las vitaminas y minerales que tu cuerpo necesita, es necesario consumir entre 450 y 700 g al día.