No discutamos: el ajo es, de hecho, una verdura muy controvertida.
Algunos chefs no pueden imaginar sus platos sin él y lo valoran por su sabor picante y aroma aromático.
Al mismo tiempo, otra parte de los cocineros lo consideran demasiado áspero y lo utilizan en cantidades mínimas.
Sin embargo, no importa a qué categoría de cocineros pertenezcas, te recomendamos que adoptes el siguiente truco: no tirar las cáscaras de ajo a la basura.
En su lugar, utilice los restos al hacer caldo.
Agrega las cáscaras de ajo al líquido hirviendo, y cuando el caldo esté listo, retíralas con una espumadera.
De esta manera, la sopa absorberá el sabor picante y el aroma picante de la cáscara, pero el plato no resultará demasiado picante.
Es mejor usar una bolsa pequeña para estos fines (del tipo que se usa generalmente para preparar té); esto le facilitará mucho quitar las cáscaras de la sartén.
Anteriormente hablamos del ingrediente secreto que convierte la sopa de guisantes en una auténtica obra maestra.