Uno de los signos de una salsa bien preparada es su suficiente espesor.
En general, se acepta que solo hay una forma de evitar que la salsa quede demasiado líquida: agregando harina o almidón.
Sin embargo, los chefs experimentados aseguran que se puede lograr el resultado deseado sin el uso de tales espesantes.
No debemos olvidar lo siguiente: un exceso de componente de harina o almidón priva a la salsa de su sabor brillante, aumenta su contenido calórico y puede hacer que la consistencia sea menos exitosa (después de todo, es posible que aparezcan grumos).
Afortunadamente, existe un pequeño truco que permite eliminar parcial o incluso por completo el uso de productos a granel a la hora de preparar la salsa.
La esencia de un truco culinario.
A la hora de preparar salsa, es recomendable utilizar caldo en lugar de agua.
Sin embargo, estamos hablando de caldo de carne o pescado. Es poco probable que el caldo de verduras espese la salsa.
Hay otra buena opción: hacer uno de los componentes de la salsa con el agua que queda en la sartén después de cocinar la pasta o el arroz. En este caso, la salsa también se volverá más espesa.
Utilizar caldo o agua de “pasta” es garantía de obtener no sólo una salsa espesa, sino también muy sabrosa y saludable.
La salsa quedará deliciosa y irá bien con la carne y cualquier guarnición.
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