Imagínese: está preparando la cena, vertiendo generosamente condimentos aromáticos en la sartén y un mes después de repente se da cuenta de que no puede saborear la comida sin este paquete.
Tienes sed y la presión arterial te sube como loca. Todo esto es el resultado de una guerra oculta que libran contra usted los productores de mezclas “mágicas”.
El glutamato monosódico, disfrazado de E621, no es sólo un potenciador del sabor.

Es una droga para los receptores. Engaña al cerebro haciéndole creer que estás comiendo una obra maestra culinaria, incluso si se trata de fideos instantáneos demasiado salados.
Con el tiempo, los sabores naturales de las verduras, las carnes e incluso los dulces se vuelven “grises”, lo que hace que necesitemos más condimentos para darle vida al plato.
Pero la verdadera tragedia es que el 90% de las especias compradas en las tiendas son falsificadas. Tome un frasco de "albahaca seca". Lo más probable es que se trate de tallos molidos y polvo mezclado con tintes.
Incluso cuando está seca, la albahaca real conserva su color verde brillante y su aroma de verano. Prueba un experimento: compra un manojo de albahaca fresca, sécalo en el horno a 50°C y pícalo.
Añade una pizca a la salsa de tomate y oirás explotar notas de clavo, menta y limón. Este es el sabor real, no la imitación química del supermercado.
¿Qué pasa con las mezclas preparadas para “pasta” o “parrilla”? Detrás de los bonitos nombres se esconden sal, azúcar y almidón quemado, lo que le da un aroma “ahumado”.
Por ejemplo, en el popular condimento para pollo, el segundo ingrediente más importante después de la sal es la dextrosa, el mismo azúcar que provoca picos de insulina. La solución es sencilla: crea tus propias mezclas.
Para platos mediterráneos, combine orégano, romero, ajo y ralladura de limón. Para darle un acento asiático, agregue jengibre, cúrcuma, cilantro y pimienta negra.
Guárdalos en frascos de vidrio por no más de tres meses y tus recetas brillarán con nuevos colores.
Pero el enemigo más peligroso son las salsas “bajas en calorías”. Para eliminar la grasa, los fabricantes la reemplazan con azúcar, espesantes y sabores sintéticos.
Por ejemplo, la mayonesa baja en grasas contiene un 30% más de sal que la mayonesa normal, y la salsa teriyaki sin azúcar contiene una gran cantidad de edulcorantes químicos que provocan hinchazón y migrañas.
Prepare una versión casera mezclando yogur griego, mostaza, jugo de limón y eneldo. Tomará cinco minutos, pero salvará tus vasos sanguíneos de los ataques de toxinas.
Y recuerda: incluso las especias naturales pueden ser dañinas si hay demasiadas. La canela en grandes dosis provoca convulsiones, la nuez moscada alucinaciones y el azafrán sangrado.
Úsalos como perfume: sólo una pizca para realzar el sabor, no para dominarlo.