“La avena en el desayuno es el enemigo oculto de la juventud”, afirma el Dr. Eric Berg en un vídeo que ha sido visto 2 millones de veces.
El culpable es el ácido fítico presente en los cereales no fermentados: se une al zinc y al colágeno, acelerando la aparición de arrugas.
Un estudio publicado en el Journal of Cosmetic Dermatology (2024) descubrió que las mujeres que consumían avena a diario experimentaron una pérdida de elasticidad de la piel un 40% más rápida.

Pero hay una salida. Remojar los copos durante la noche en kéfir o añadir vitamina C (por ejemplo, bayas).
“El ácido ascórbico neutraliza los fitatos”, afirma el profesor Ivan Smirnov
La bloggera Alina Markova compartió:
"Después de cambiar a la avena fermentada, las bolsas bajo mis ojos desaparecieron".
Una alternativa es la quinoa o el trigo sarraceno.
“El trigo sarraceno contiene rutina, que fortalece los capilares y previene la rosácea”, explica la dermatóloga Elena Sokolova.
Un estudio en Farmacología y Fisiología de la Piel (2023) confirmó que los participantes que reemplazaron la avena con trigo sarraceno tenían una piel un 30% más hidratada.
¿Pero qué pasa si te encanta la avena? Elija cereales integrales y de cocción lenta.
"Conservan las enzimas que descomponen el ácido fítico", aconseja la nutricionista Camilla Gray.
Y nunca agregues azúcar: usa stevia o canela.
La usuaria de la red social @beauty_expert admitió:
“Pasé a comer avena sin azúcar con semillas y, al cabo de un mes, todos notaron que me veía más joven”.