La vitamina D, o, como también se la llama, la hormona de la alegría o la hormona del sol, recibió su nombre no en vano, ya que tiene la capacidad de reducir los riesgos psicológicos de la apatía y la depresión y aumentar la resistencia al estrés.
Según la médica general y dermatoveneróloga Olga Samburskaya, el requerimiento diario de vitamina D es un “fenómeno” estrictamente individual.
La dosis diaria depende de varios factores, incluido el nivel inicial de vitamina D en el cuerpo, la edad, el peso, el historial médico y las características genéticas de la persona.
Si hablamos de un adulto, la dosis mínima terapéutica y máxima preventiva de vitamina D es de 10.000 UI al día.
Es imposible obtener tal cantidad de los alimentos, y la vitamina D se encuentra en los productos animales, está seguro el especialista.
Por eso vale la pena tomar vitamina D en gotas o cápsulas, para no enfrentar las consecuencias negativas que resultan de su deficiencia en el cuerpo.
Entre ellos se encuentran los trastornos del metabolismo calcio-fósforo, que están plagados de osteopenia, mayor riesgo de enfermedades autoinmunes, patologías oncológicas, etc.
Además, la falta de vitaminas afecta el tejido adiposo y muscular, así como el sistema reproductivo.
Anteriormente te contamos qué hacer para acudir lo menos posible al dentista.