En enero de 1964, Randy Gardner, de 17 años, de San Diego, decidió romper el récord mundial realizando un experimento científico para una feria escolar.
Su objetivo es descubrir cuánto tiempo puede vivir una persona sin dormir.
Bajo la supervisión de científicos y compañeros de la Universidad de Stanford, duró 264 horas (11 días).

Para mantenerse en forma, Gardner pasó todo este tiempo jugando baloncesto, saliendo a caminar e incluso concediendo entrevistas.
Pero ya al segundo día empezó a tener cambios de humor, y al tercer día empezó a alucinar (pensó que era un jugador de la NFL).
Al final del experimento, apenas podía hablar, confundía palabras y fallaba en pruebas simples con errores.
Después de establecer el récord, Gardner durmió durante 14 horas y tardó varias semanas en recuperarse. Sorprendentemente, no se encontró ningún efecto sobre la salud a largo plazo: un raro caso de "suerte".
El récord de Gardner fue incluido en el Libro Guinness de los Récords, pero en la década de 1990 se eliminó la categoría de "Permanencia despierta más larga". La razón es que los riesgos para la vida son demasiado altos.
Randy Gardner queda en la historia como un ejemplo de resistencia humana, pero también como una advertencia.
La ciencia moderna ha demostrado que el sueño es la base de la salud física y mental. El mejor récord que puedes conseguir es dormir de 7 a 9 horas de calidad cada noche.
“El sueño es el único complemento que funciona para todos”, afirma Matthew Walker , neurocientífico y autor de Why We Sleep.
P.D. ¿Sabías que Albert Einstein dormía 10 horas al día? ¿Quizás éste sea el secreto de su genialidad?