Proteger los límites personales
Valery Gut, candidato de ciencias psicológicas, desarrollador de la teoría de la inteligencia adaptativa, explicó qué son los límites personales y cómo protegerlos.
Muchos de nosotros hemos escuchado comentarios de personas cercanas sobre sus pasatiempos: "Prefiero leer un libro", sobre el medio ambiente, "Eres amigo de alguien que no conoces", sobre los valores familiares, "¿Cuándo tendrás ¿casado?" o “¿Cuándo vas a tener un bebé?”, y sabemos lo desagradables que son estas situaciones.
Esto sucede porque en esos momentos quienes nos rodean violan nuestros límites personales. Y tenemos derecho a protegerlos.
En psicología, los límites personales de una persona son la línea que separa una personalidad de otra. Se sabe que la libertad de una persona termina donde comienza la libertad de otra.
Por libertad entendemos en este caso las creencias y valores de un individuo, sus emociones e intereses, su tiempo y recursos intelectuales, así como la integridad física y material. Todos tienen derecho a compartir sus capacidades en condiciones cómodas, sin presiones externas.
Esto significa establecer límites personales y, si es necesario, defenderlos.
La incapacidad de defender los propios límites proviene de la infancia, cuando el niño se esfuerza por ganarse el amor de sus padres de cualquier forma. En este caso, los niños suelen mentir, sobreestimando o subestimando la importancia de los acontecimientos. Está claro que el engaño no es una forma respetuosa con el medio ambiente de construir relaciones.
Los límites se pueden dividir en flexibles y rígidos. Al mantener una cierta distancia con algunas personas y cruzar el umbral de la permisibilidad con otras, regulamos límites flexibles. Los más difíciles incluyen preferencias sexuales, valores universales y creencias culturales.
Se defienden con más ferocidad; este tipo de frontera no debe cruzarse, ya que conducirá a conflictos más profundos.
Cada uno decide por sí mismo qué es normal para él y dónde debe defenderse. Esto, entre otras cosas, depende del entorno o de las circunstancias del momento concreto. Por ejemplo, puede ser normal que una madre le pregunte a su hija sobre sus planes para su vida personal, pero sería completamente inapropiado si se lo preguntara un vecino.
El niño Miguel de la caricatura “El misterio de Coco” tuvo que emprender un difícil viaje en busca de la verdad para defender su derecho a hacer música. Logró proteger su sueño. La conclusión es simple: para mantener los límites personales, es necesario comprender sus valores.
Los psicólogos han identificado "puntos de contorno" de los límites psicológicos, algo que es una decisión individual de cada persona:
- deseo de establecer metas;
- idea sobre tu futuro;
- medio ambiente y construcción de relaciones;
- evaluar la efectividad de la interacción con otras personas;
- definir su papel en la sociedad;
- el deseo de creatividad, autorrealización, autodesarrollo;
- mejorar el conocimiento sobre uno mismo.
No es difícil defender límites personales: basta con decir a tiempo que no tiene intención de hablar de nada ni realizar ninguna acción. Esto sólo puede hacerlo una persona que se comprenda claramente a sí misma y pueda evaluar los límites de lo permitido.
Qué hacer si aún no logras trazar ese círculo tan protector.
1. Aprende a comprender tus emociones
Qué estoy sintiendo en este momento: ira o confusión, dolor o resentimiento.
La inteligencia emocional (la capacidad de reconocer las emociones propias y las de los demás) le ayuda a responder correctamente ante situaciones desagradables. Además, muchas veces los marcos sociales no nos permiten expresar lo que realmente hay en nuestro interior. Pero entendernos a nosotros mismos nos dará confianza para acciones futuras.
2. Entrenar la firmeza y la persuasión
No todos los comensales de un restaurante devuelven los platos que no les gustan. Aunque este es su derecho legal. Muchas veces tenemos miedo de decir que algo no nos gusta.
O hablamos, pero en voz tan baja que podemos convencernos fácilmente. Este patrón de comportamiento se forma en la infancia. Un niño, por ejemplo, dijo que estaba lleno y le ofrecieron un par de cucharas más “para mamá, para papá”.
Ya adulto, ya debe hacer un esfuerzo para que al menos sus deseos empiecen a ser escuchados.
Puedes entender que tu estado físico está violando los límites: si hay malestar, estamos enojados u ofendidos, entonces es hora de detener la situación. En esos momentos, se necesitan “declaraciones en primera persona” claras: “Me siento desagradable. No quiero continuar la conversación."
Si existe el temor de ofender a un ser querido de esta manera, entonces es bueno elegir palabras más suaves para ello. Por ejemplo, en una situación en la que un padre le enseña a una hija adulta cómo criar a su hijo, ella puede decir: "Te quiero mucho, pero te pediré que no vuelvas a plantear esta pregunta ni este tema".
Definir tus límites y protegerlos hace que sea cómodo interactuar con otras personas en cualquier campo. Negarse a un jefe a trabajar horas extras, si el empleado protege los límites personales, no parece un incumplimiento de sus deberes, sino un acuerdo y una indicación de que, además del trabajo, también hay una familia esperando en casa.
Lo más probable es que esa redacción no cause conflicto, pero dejará claro que dichas solicitudes necesitan incentivos adicionales.
Conocer tus límites y poder protegerlos significa ser una persona libre. Esta libertad no es innata. Pero el entrenamiento y el trabajo profundo en uno mismo le ayudarán a encontrarlo, incluso si en la infancia se formó un tipo diferente de comportamiento.
A menudo, las personas que nos rodean no sospechan que han violado algo, porque cada uno de nosotros tiene sus propios estándares para interactuar con otras personas y construir relaciones.
Por lo tanto, es importante entenderse bien a sí mismo y poder hablar de sus deseos, protegiendo así sus límites personales.