La alimentación nocturna de un niño pequeño no es un capricho, sino una necesidad que juega un papel importante en su desarrollo.
Los recién nacidos y los bebés menores de cuatro meses no pueden pasar mucho tiempo sin comer, por lo que es necesario alimentarlos incluso por la noche.
Además, el contacto constante con la madre (incluso en la oscuridad) contribuye a la estabilidad del sistema nervioso y al buen humor del niño.
Los pediatras aconsejan mantener la alimentación nocturna hasta al menos los seis meses de edad, ya que esto es importante para la salud y el desarrollo del bebé.
Puede dejar de comer a su bebé por la noche, ya sea lenta o rápidamente; el método de "emergencia" le ayudará en situaciones en las que no tenga fuerzas para despertarse por la noche y tenga que abandonar urgentemente la alimentación nocturna.
Para ello, los padres deben proporcionar comidas nutritivas al niño durante todo el día para garantizar que reciba suficiente comida. Ésta es la clave para evitar las tomas nocturnas.
Si tu bebé se despierta, no lo alimentes, no le des agua, no lo calmes con un chupete ni lo mezas.
Y por último: debe prepararse para el hecho de que le esperan varios días desagradables: debido a los cambios en el régimen, lo más probable es que el bebé se ponga caprichoso y llore tanto de día como de noche.