Para profundizar en un tema tan difícil y entender cómo abordarlo, es necesario reconocer un par de axiomas en la orilla:
Anastasia Korneeva, psicóloga de la plataforma online Gran.RF, contó cómo afrontar la agresión infantil.
1. La agresión en sí es normal. No existen emociones buenas o malas, y cada una de ellas tiene sus propios motivos y objetivos. Es posible y necesario estar enojado, incluso por los niños.
El problema no reside en la ira como tal, sino en el comportamiento: las formas en que se expresa.
2. Los niños no pueden afrontar plenamente sus emociones. Esto es exactamente para lo que se necesitan los adultos: para ayudar al hombrecito a afrontar sus sentimientos.
Este proceso se llama contención. El niño aún no ha desarrollado su propio contenedor de sentimientos, y ésta es la norma del desarrollo.
Cuando crezca, aprenderá a regular sus emociones por sí solo, si, por supuesto, un adulto le enseña.
Ahora descubramos qué es la agresión.
En un sentido amplio, la agresión en humanos (y otros animales) ocurre en dos casos: cuando se violan los límites o existe la amenaza de tal violación, y cuando hay algunos obstáculos en el camino hacia una meta importante (es necesario superar la necesidad). satisfecho, pero algo se interpone).
La agresión es, ante todo, energía, fuerza, impulso, “movimiento hacia”. La agresión como rasgo de carácter o comportamiento de una persona es una manifestación externa de esta condición, además, de forma sistemática y de forma inaceptable.
El problema es la agresión, no la agresión. Cuando una persona expresa enojo con frecuencia y de manera poco constructiva, esto afecta sus relaciones con los demás.
Razones por las que un niño puede ser agresivo:
Tipo de sistema nervioso del niño. En pocas palabras: temperamento, impulsividad innata. Aquí la tarea de los padres es ayudar al niño a encontrar la manera de dirigir su pasión en otra dirección: deportes, actividad física y juegos, golpear almohadas, etc.
Síntoma de enfermedades. Si la agresividad se sale de escala, adquiere formas patológicas (sadismo) y se combina con otros trastornos, un médico, neurólogo o psiquiatra puede ayudar.
Hay demasiadas cosas que no se deben hacer en la vida de un niño. Si la educación ha ido demasiado lejos con palos y no hay suficientes zanahorias, el niño empezará a luchar para satisfacer sus necesidades, en el sentido literal.
Falta de educación. La razón más rara, por cierto. Es un caso en el que nadie se molestó en explicarle a un niño cómo comportarse y cómo no comportarse. Cuando reina la connivencia en el hogar, el niño no tiene autoridad en la forma de los adultos; el resultado es una violación de los límites de los demás por parte del niño.
Imitación de adultos. Y esta es la razón más COMÚN. Ve violencia en casa y la repite fuera de casa. Los padres gritan, azotan, se comportan agresivamente: el niño rápidamente tomará este modelo de comunicación como el principal.
¿Cómo afrontar la agresión en un niño?
Descartar patología. Si su hijo está pasando por otra crisis de edad o hay un cierto período de crisis dentro de la familia, entonces pueden ocurrir episodios de arrebatos emocionales, y esto es más bien la norma.
Pero si el problema está adquiriendo gravedad, es importante mostrar al niño a especialistas y buscar consejo.
Presta atención al niño, dale lo que le falta. La mayoría de las veces se trata de su atención y participación, nada más. Pasa más tiempo con él, interesa, acércate.
Ofrezca a su hijo alternativas. Simplemente diga "¡no puedes hacer eso, basta!" - no funcionará.
Tendrás que ofrecer algo en lugar de: "¿Qué pasa si en tal situación llamas al maestro para pedir ayuda?", "¿Quizás puedas intentar llegar a un acuerdo, jugar por turnos?", "Hablemos contigo y lo harás". Di con qué no estás satisfecho y por eso quería cambiarlo, e intentaré ayudarte con ello”.
Explica las consecuencias. No intimide, simplemente hable sobre a qué puede conducir ese comportamiento. Dar ejemplos. “¿Crees que los chicos querrán ser tus amigos si peleas?
¿De quién te gustaría ser amigo? Quizás si te separan de los chicos, no tendrás con quién jugar y te pondrás triste. ¿Pensemos en cuál es la mejor manera de comportarnos para que te sientas cómodo?
Sólido no. Sea coherente en sus decisiones y firme en sus límites: esta es la responsabilidad de los padres. Si rompes un juguete, sí, es una pena y habrá lágrimas, pero no comprarás uno nuevo.
Sí, a mamá no le gusta que la peguen y hoy no jugará contigo. Manténgase firme: esta es la única manera de ayudar a su hijo a desarrollar un sentido de límites y responsabilidad.