Cuando nos comunicamos con un niño, él no escucha ni hace lo que le decimos.
La psicóloga Yulia Bija explicó por qué no tiene sentido regañar a un niño.
Él hace lo que hacemos nosotros. En consecuencia, cuando regañamos a un niño, le enseñamos a maldecir, cuando le reprochamos algo, cuando le hacemos sentir culpable por algo, le enseñamos a experimentar el estado de víctima y, además, le establecemos un ejemplo de cómo ser un agresor y un violador.
Regañar a un niño no sólo es inútil, sino incluso muy dañino, porque le damos el ejemplo de cómo vivir en constante conflicto, cómo juzgar y discutir sobre otras personas, cómo calificar a otras personas.
Si regaña a su hijo, asegúrese de que él también lo regañe mentalmente, y no solo mentalmente, sino también en la vida.
Antes de regañar a su hijo, piense en el hecho de que en realidad usted está siendo afectado por esta reprimenda ahora y cuáles serán las consecuencias después de que lo regañe.
Piensa en el hecho de que, como resultado de las malas palabras, arruinarás tu relación con él, después de cada escaramuza, tu relación se volverá cada vez menos armoniosa y cada vez más frágil;
¿Qué tan preparado está usted para el hecho de que después de cada escándalo el niño se cerrará cada vez más ante usted y dejará de contarle su vida por completo?
¿Qué tan preparados están para perder algún día una relación cálida con su hijo y, tarde o temprano, convertirse en extraños el uno para el otro, o peor aún, convertirse en enemigos que se ocultan algo y tratan de manipularse mutuamente?