En la década de 1970, los científicos soviéticos descubrieron una planta que hacía que las rosas florecieran tan abundantemente que los agricultores colectivos la llamaron “dopaje verde”.
Pero el secreto quedó enterrado en los archivos, hasta que fue desclasificado por la revista Huerto y Huerto en 2023.
Se trata del altramuz, que en la URSS se plantó masivamente alrededor de los jardines de rosas de las granjas colectivas de Krasnaya Zarya.

El famoso agrónomo Pavel Trannua escribe en su libro “Rosas sin errores”:
"Las raíces del lupino secretan alcaloides que activan los brotes de rosas latentes".
Historia real: Oleg de Samara, siguiendo el consejo de su abuelo, plantó altramuces junto a rosas, y los arbustos, que antes producían 2-3 flores, se cubrieron con 20 capullos.
Los científicos del Instituto Panruso de Investigación de Floricultura confirman que el altramuz aumenta la disponibilidad de fósforo en el suelo y su olor enmascara las rosas de los trips. Pero hay un problema.
Según el Journal of Applied Botany , las variedades de lupino con flores amarillas inhiben a las rosas, mientras que las azules y blancas las estimulan.
Un experimento del canal Flower Kitchen demostró que las rosas junto al lupino azul florecen dos semanas antes.
Otro consejo de la URSS: regar las rosas con una infusión de hojas de altramuz (1 kg por 10 l de agua).
“Es como una inyección de hormonas para las raíces”, escribió el cultivador de plantas soviético Ivan Shtanko en sus diarios.
Pero el lupino no es el único secreto. En los archivos de la granja colectiva de Rassvet se encontraron registros sobre la plantación de rosas junto al ruibarbo. Sus enormes hojas crean un microclima húmedo y sus raíces repelen a los nematodos.
El cultivador de rosas británico David Austin calificó el método como "un golpe de genialidad" hasta que lo probó él mismo.
"El ruibarbo hizo lo que toneladas de fertilizante no pudieron por mis rosas", admitió en el podcast Gardeners' Chronicle .
La regla principal es plantar ruibarbo en el lado norte del jardín de rosas para no hacer sombra a los arbustos. Pero con lo que definitivamente no deberías experimentar es con las dalias.
Un estudio realizado en 1985 en Michurinsk demostró que su proximidad provoca el “síndrome de pereza” en las rosas: los capullos no se abren.
Comentarios de la comunidad "Rosas en la región de Moscú":
“Planté altramuces. ¡Los vecinos creen que estoy haciendo magia!”