¿Alguna vez has notado cómo algunos huertos están repletos de verduras, mientras que otros parecen un desierto?
No todo es cuestión de fertilizantes mágicos o semillas caras.
El secreto está en cómo le hablas a las plantas. ¡Sí, sí, has oído bien! Resulta que una simple conversación con mascotas verdes puede acelerar su crecimiento en un 30%.

Pero eso no es todo. La clave principal es elegir los “temas” adecuados para la conversación.
Por ejemplo, a los tomates les encanta que les cuentes tus planes para el verano, y los pepinos dan más frutos si les susurras cumplidos. ¿Suena gracioso?
Pruébelo usted mismo y dentro de un mes sus vecinos empezarán a espiar por encima de la valla para descubrir cuál es su secreto.
Ahora vayamos al grano. Además del apoyo verbal, las plantas necesitan una dieta especial. Olvídese de los fertilizantes químicos: se pueden reemplazar fácilmente con algo que está disponible en cualquier cocina.
Los posos de café, las cáscaras de plátano e incluso el agua de huevo cocido hacen maravillas. Simplemente entierre estas “golosinas” en la tierra y en solo una semana las hojas se volverán más jugosas y los frutos serán más grandes.
Pero cuidado: si te excedes con el café, puedes convertir tu huerto en una rama de una barrita energética.
Y lo último. Nunca ignores las malas hierbas. ¡No sólo roban nutrientes, también te espían! Cada diente de león que arrancas priva a tus vecinos de información valiosa sobre tus métodos. ¿Broma? No precisamente.
Las malezas en realidad transmiten señales a través de sus sistemas de raíces, advirtiéndose unas a otras del peligro. Así que actúe rápidamente y sin piedad. Tu cosecha lo merece.