Imagínate abrir la puerta de un invernadero y ver una jungla de pepinos.
Guirnaldas verdes cuelgan del techo y cada día se recoge un cubo de fruta fresca. ¿Suena como un cuento de hadas?
Pero esto es la realidad, si conocemos un viejo truco que los residentes de verano mantienen en silencio. Se trata de... leche normal. Sí, has oído bien. La leche no sólo sirve para las papillas, sino también para los pepinos. Pero primero lo primero.

Los pepinos son criaturas caprichosas. Necesitan calor, humedad y mucha nutrición. Pero incluso con una atención ideal, a veces “se declaran en huelga”. El secreto está en el equilibrio.
Comience con las plántulas: plante las semillas en vasos separados para evitar dañar las raíces al trasplantarlas. Cuando aparezcan las primeras flores, rocíelas con una solución de leche (100 ml por litro de agua).
La leche contiene calcio y lactobacilos, que fortalecen la planta y la protegen contra el mildiú polvoroso.
Y a los pepinos también les encanta... la cerveza. No, no dentro. Una vez al mes, riégalas con una solución de cerveza débil (1:10). El lúpulo estimula el crecimiento y la levadura actúa como fertilizante natural.
Pero lo principal es no dejar que las vides se arrastren por el suelo. Átelos a un enrejado o red. De esta manera los pepinos recibirán más luz y ahorrarás espacio.
Y no te olvides de cosechar todos los días: las frutas demasiado maduras retrasan el crecimiento de otras nuevas. ¡Después de un mes de tales experimentos, tus pepinos se convertirán en verdaderos adictos al trabajo!