¿Planté plántulas de tomate directamente de una habitación cálida en un cantero y se marchitaron en un día?
Sin endurecerse, no está preparado para soportar las duras condiciones exteriores.
Este proceso es como un entrenamiento para las plantas: paso a paso las vas acostumbrando al sol, al viento y a los cambios de temperatura.

Descubramos cómo hacerlo bien para que sus tomates sobrevivan incluso en condiciones climáticas caprichosas.
Paso a paso para el endurecimiento
Comience de 7 a 10 días antes de plantar. El primer día, saque las plántulas al exterior, a la sombra, durante una hora, debajo de un porche o de un árbol.
La Royal Horticultural Society (RHS) destaca que la introducción gradual de la luz ultravioleta puede prevenir las quemaduras solares.
En interior, los tomates están acostumbrados a la suave luz de las lámparas o ventanas, pero en exterior, el sol puede quemar las delicadas hojas en un par de horas. El segundo día añadir otra hora, el tercero dejar tres horas pero siempre a la sombra.
Al cuarto día llega el momento de exponer las plántulas al sol. Por la mañana o por la noche, cuando los rayos no son tan agresivos, dejar reposar a la luz durante 1-2 horas. La Universidad de Minnesota aconseja: evitar el sol del mediodía entre las 12 y las 3 p.m., ya que es un comienzo demasiado duro.
Al final de la semana, las plántulas deberían estar afuera todo el día, incluidas varias horas bajo la luz solar directa. Una vez mi vecina se saltó este paso y sus tomates quedaron como cerillas quemadas: negros y secos. ¡No dejes que esto suceda!
Viento y agua: nuevos retos
El viento es otro factor importante. En el tercer o cuarto día de endurecimiento, elija un lugar con una ligera corriente de aire. Una suave brisa fortalece los tallos, haciéndolos más gruesos y flexibles.
Pero no exponga las plántulas a un huracán: ráfagas de más de 10 km/h pueden romper las plantas débiles. Si tienes un invernadero, abre la puerta durante un par de horas al día: es el ejercicio perfecto.
El riego también cambia. Una semana antes de plantar, reduce el riego a la mitad: en lugar de regar a diario, hazlo una vez cada 2-3 días. Alan Titchmarsh, un reconocido horticultor, dice:
“Menos agua hace que las raíces trabajen y las prepara para la vida en el suelo”.
Pero no te excedas: si las hojas se marchitan, dales un poco de humedad. El objetivo es hacer que las plántulas sean resistentes, no matarlas de hambre.
Qué hacer si el clima está en tu contra
Si el pronóstico indica heladas, lluvias o temperaturas superiores a 30°C, posponga la siembra. Las plántulas endurecidas son más fuertes, pero no inmortales.
En tales casos, manténgalo en el invernadero o en la terraza durante un par de días más. Pero resistirá tanto el viento como la sequía. Una vez me arriesgué a plantar tomates antes de una noche fría: perdí la mitad de las plántulas.
¡No repitas mi error! Endurezca sabiamente y sus tomates estarán listos para cualquier desafío.