Probablemente sería difícil encontrar una persona que pudiera admitir honestamente que no le gustan las patatas fritas: el plato es demasiado perfecto para evocar emociones negativas.
Suele ser costumbre negarnos el placer por un solo motivo: es demasiado perjudicial para nuestra figura y nuestra salud.
¿Es esto realmente así o el plato simplemente está "calumniado"?
Si analizamos la composición de las patatas, entonces no hay nada malo: la verdura puede incluso considerarse útil para quienes no tienen problemas de peso.
Sin embargo, los expertos afirman que la causa del daño no está en absoluto en la propia patata.
Cuando se calientan, las patatas pierden casi todas sus valiosas propiedades. También existe la opinión de que freír patatas contribuye a la aparición de sustancias cancerígenas en el plato.
Además, el aceite vegetal engrasa el plato. Como resultado, el sistema cardiovascular y los órganos digestivos pueden sufrir.
Por tanto, la conclusión es obvia: el plato es realmente dañino.
Si tienes una buena figura y no tienes problemas de salud, a veces puedes darte un capricho.
En todos los demás casos, es mejor cocinar las patatas al horno o guisadas. En este caso será más útil.
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