Cualquier producto tiene un mejor momento para consumirlo. Coincide con esas horas en las que el organismo recibe el máximo beneficio de los componentes que componen los alimentos.
Las frutas, por ejemplo, es mejor comerlas en la primera mitad del día.
La razón es que el azúcar que contienen aporta energía al organismo, que se utiliza en diversos procesos vitales y se absorbe perfectamente hasta la noche.
Por la noche, cuando el cuerpo necesita descansar, no se necesita energía adicional.
Además, aproximadamente entre las 18:00 y las 19:00 el metabolismo se ralentiza, lo que significa que el cuerpo simplemente no tiene tiempo para procesar el azúcar entrante.
Como resultado, puede experimentar problemas para dormir (incluso insomnio), hinchazón y otras consecuencias desagradables.
Además, existe una alta probabilidad de que la fibra no tenga tiempo de procesarse antes de la noche y el sueño reparador sea reemplazado por acidez de estómago, hinchazón y formación de gases.
Podemos decir que el dicho “Una manzana para cenar y no hace falta médico” poco tiene que ver con la realidad.
Anteriormente dijimos quién debería comer arenque y quién no.