Probablemente hayas escuchado que un vaso de agua después del almuerzo ayuda a la digestión.
¿Pero qué pasa si es un mito que te ha estado dejando con el estómago pesado durante años?
El hecho es que el agua bebida inmediatamente después de comer diluye el jugo gástrico. La concentración de ácido clorhídrico disminuye y los alimentos se digieren más lentamente.

El agua fría es especialmente peligrosa: “congela” las enzimas y los alimentos se estancan en el estómago, provocando fermentación e hinchazón.
Pero eso no es todo. El agua estira las paredes del estómago, creando una falsa sensación de hambre. Una hora después del almuerzo, uno siente ganas de picar algo nuevamente, incluso aunque la comida aún no haya sido digerida.
El escenario más peligroso es beber después de ingerir alimentos grasos. Los aceites se mezclan con el agua, formando una emulsión densa que recubre las paredes intestinales e interfiere con la absorción de nutrientes.
¿Cuando puedes beber? La opción ideal es 30 minutos antes de las comidas. Esto preparará el estómago para el trabajo y reducirá el apetito.
Si durante el almuerzo sientes mucha sed, toma un par de sorbos de agua tibia. No alterará el pH y acelerará la descomposición de los alimentos.
Espere media hora después de comer. Entonces el agua no interferirá con ningún proceso.
Dato interesante: en Ayurveda y la medicina tradicional china, beber agua después de comer se considera veneno. Pero hay una excepción: si has comido algo picante o salado, unos sorbos de agua tibia neutralizarán la irritación.
Lo principal es no acompañar la comida con bebidas dulces. El jugo o la limonada aumentan los niveles de glucosa, obligando al páncreas a trabajar duro.
Prueba a no beber después de las comidas durante una semana y notarás como la hinchazón desaparece y tu energía deja de caer después del almuerzo. Tu cuerpo te agradecerá este pequeño sacrificio.