Existen muchos estudios que estudian la influencia de la naturaleza en la salud mental humana.
Es cierto que la mayoría de ellos se llevaron a cabo bajo un cielo azul ordinario: pocas mentes científicas pensaron en cómo reacciona una persona a los ritmos diarios del sol.
Los empleados de la Universidad de Exeter en el Reino Unido decidieron corregir este descuido.
Organizaron un experimento en el que pidieron a los participantes (por cierto, eran más de 2.500) que contemplaran paisajes urbanos y rurales en diferentes momentos del día.
Si las escenas mostradas incluían amaneceres o atardeceres, los sujetos las calificaron como mucho más bellas que las escenas en un clima soleado o en cualquier otro momento del día.
Esto no es todo lo que logramos descubrir: resultó que los fenómenos que ya hemos mencionado, es decir, el amanecer y el atardecer, hacen que la gente sienta asombro y deleite. Los investigadores han descubierto que estas emociones, que son difíciles de inducir artificialmente, pueden mejorar el estado de ánimo y potenciar los sentimientos positivos.
Según un artículo del Journal of Environmental Psychology, las observaciones alentadoras de cómo sale y se pone el sol pueden utilizarse como parte de recetas "verdes", donde la naturaleza juega un papel clave en la restauración de la salud mental.
Según el investigador de la Universidad de Exeter y autor principal del estudio, Alex Smalley, vale la pena levantarse temprano o salir a caminar al atardecer.
El factor sorpresa asociado con el amanecer y el atardecer provoca pequeños pero significativos estallidos de sentimientos de belleza y asombro, que tienen un impacto positivo en el bienestar mental.