La pechuga de pollo es un producto saludable y una excelente fuente de proteínas.
Sin embargo, la ausencia casi total de grasa hace que, como resultado del tratamiento térmico, el plato no obtenga la mejor consistencia.
La comida suele ser seca, dura y carece de sabor fuerte.
Sin embargo, los cocineros experimentados han aprendido durante mucho tiempo a freír, hervir u hornear pechuga de pollo para que el plato quede tierno y jugoso.
La suavidad y jugosidad de la carne hervida, frita u horneada se garantiza mediante la preparación adecuada del producto para el tratamiento térmico.
Entonces, antes de cocinar, espolvorea la pechuga de pollo con unas gotas de jugo de limón.
No es necesario esperar: el producto "procesado" se puede enviar inmediatamente a una cacerola, sartén o al horno.
El resultado de la cocción será un plato bastante jugoso.
Además, gracias al jugo de limón, el sabor de la carne de pollo se revelará mucho mejor de lo habitual. Así, el plato no sólo adquirirá la consistencia ideal, sino que también resultará verdaderamente apetitoso.