Mucha gente no puede imaginar su dieta sin un plato popular y saludable a base de huevo: la tortilla.
La popularidad del plato es fácil de explicar.
Es muy fácil de preparar, nutritivo, ligero y sabroso. Sin embargo, en ocasiones nosotros mismos empeoramos la calidad del desayuno porque añadimos ingredientes innecesarios.
Mucha gente añade nata o leche al preparar la mezcla de huevo para tortilla. Se cree que esto ayuda a conseguir la textura deseada, además de darle un sabor agradable al plato.
Pero esto es un error.
La leche y los productos lácteos, por el contrario, le dan a la tortilla una extraña textura líquida que impide que suba. El sabor de esta tortilla también dejará mucho que desear.
En lugar del rico sabor de los huevos de gallina, aparecerá un regusto incomprensible.
También conviene recordar que no se deben freír tortillas en mantequilla. Este producto no soporta altas temperaturas y comienza a arder.
Como resultado, un error tan pequeño puede arruinar platos enteros.