Si decides cocinar deliciosas albóndigas, debes asegurarte de que definitivamente no se peguen.
De lo contrario, podría arruinarle el apetito.
Además, comer un plato pegado es sencillamente incómodo.
Para que el relleno quede jugoso y la masa no se pegue, las albóndigas necesitan suficiente agua.
Entonces, por trescientos gramos de producto semiacabado debes tomar 900 ml de agua. La proporción ideal es de 1 a 3.
Al cocinar albóndigas, funciona el mismo truco que con cualquier otro producto de harina. Estamos hablando de aceite vegetal.
Basta con verter una sola cucharada en la sartén para conseguir el efecto deseado.
Pero este truco es necesario en los casos en que las albóndigas pueden pegarse inmediatamente en el momento de servirlas. Después de retirar el producto de la sartén, debes poner un cubo de mantequilla encima.
Estas albóndigas no solo no se pegarán, sino que también quedarán mucho más sabrosas de lo habitual.