La papilla de mijo es una guarnición saludable y nutritiva. Pero el plato no siempre resulta sabroso.
A veces el mijo es amargo. Y todo gracias a la presencia de grasa vegetal oxidada.
Afortunadamente, el sabor desagradable se puede neutralizar. Y, contrariamente a la creencia popular, conseguir este resultado es muy sencillo.
Pero esto debe hacerse a tiempo: no después ni durante la preparación del plato, sino antes de comenzar a cocinar.
Se equivocan los cocineros que inmediatamente vierten el mijo en una cacerola, añaden agua y lo colocan en la estufa.
Primero, se debe lavar el producto. El agua utilizada no debe estar fría.
El procedimiento debe realizarse hasta que quede claro que la siguiente porción del líquido ya no se vuelve turbia.
Pero eso no es todo. El cereal procesado hay que escaldarlo. Sin este procedimiento, puede quedar amargura.
Pero si el producto se expone al agua que hierve, no habrá sabores adicionales.
La guarnición quedará deliciosa. La comida no se verá afectada por el amargor.