En los estantes de las tiendas modernas hay muchos vinagres diferentes, comunes y raros.
Una parte importante de las recetas requieren vinagre. Aderezos para ensaladas, salsas, adobos para carnes, pescados, verduras, champiñones son sólo algunos de los casos en los que este producto puede resultar útil.
Pero cada tipo de vinagre tiene su propia función. Cuando necesites vino tinto, no podrás utilizar balsámico ni arroz.
El vinagre de vino se vuelve rojo cuando se infunde con la piel. Pero también puede ser blanco. No hay ninguna diferencia particular entre ellos, aparte del color.
El vinagre balsámico se elabora a partir de vinagre de vino. El producto se conserva en barricas especiales. En el proceso, el vinagre pierde el exceso de humedad y gana más azúcar.
El producto se utiliza para preparar un adobo ligero. Por ejemplo, para barbacoa de carne, aves, pescado. Además, tanto el vinagre de vino blanco como el tinto son bases ideales para salsas.
Son adecuados para aquellos momentos en los que es necesario darle a un plato una noble acidez de fruta de vino. El producto es especialmente adecuado cuando la receta del adobo contiene algún ingrediente dulce.
Por ejemplo, miel, fruta o almíbar. El vinagre de vino forma un tándem excelente en una vinagreta, para cuya preparación se utilizan remolachas muy dulces.
Los cocineros aficionados utilizan este producto con mucha menos frecuencia. A menudo, el vinagre balsámico se añade a los ingredientes directamente en el plato. Un ejemplo es la ensalada caprese italiana.