Muchos chefs saben que a veces un solo producto inusual puede cambiar el sabor de las chuletas familiares hasta volverlas irreconocibles.
Por eso vale la pena pensar en cómo mejorar un plato clásico de una forma accesible y sencilla.
El producto primero debe congelarse, luego picarse en un rallador grueso y agregarse a la carne picada. Las chuletas quedarán increíblemente tiernas, como si estuvieran hechas con la carne más cara.
También puedes añadir un pequeño trozo del producto por separado a cada chuleta.
Un componente más inesperado es el requesón, que permite que las chuletas queden jugosas, esponjosas y tiernas sin complicaciones adicionales.
Por ración de chuletas se toman de 300 a 500 gramos de requesón.
Pocas personas saben que estas verduras saben muy bien con chuletas, lo que hace que el plato sea brillante, interesante y jugoso. Lo mejor es blanquear los tomates para quitarles la piel.
El plato sorprenderá a tu familia por su jugosidad y ternura.