Algunos cocineros no piensan en qué tipo de agua pueden utilizar para cocinar la carne.
Muchas amas de casa creen que tanto los líquidos fríos como los calientes son adecuados. Sin embargo, los cocineros experimentados saben que el sabor de los platos depende en gran medida de la temperatura del agua.
Si hablamos de caldo, sopa o carne en gelatina, utilice únicamente agua fría. El secreto es que en un líquido así las proteínas que se encuentran en las fibras de la carne no se obstruyen demasiado rápido.
Gracias a esto, el producto libera su sabor más lentamente. Como resultado, el caldo adquiere el aroma y el sabor más carnosos.
Para que la carne suelte más jugo, se coloca el producto en agua fría y se deja hervir. Luego retira la espuma que se desprende durante el proceso de cocción. La carne se coloca a fuego muy lento. Las fibras se obstruyen más lentamente y el plato adquiere riqueza y sabor perfecto.
El mejor caldo proviene de la carne con hueso. Para que el caldo adquiera un color dorado, basta con añadir una cebolla sin pelar a la sartén.
Si la base del plato no es caldo, sino carne, se coloca en agua hirviendo. En este caso, las proteínas se obstruyen más rápido y la carne no pierde su jugosidad y sabor.
Para lograr el mejor efecto, los cocineros marinan previamente la carne o agregan diversas hierbas aromáticas durante el proceso.
Otra gran opción es cocinar la carne al vapor. Por ejemplo, este producto es ideal para ensaladas de carne.