Cocinar un hígado frito amargo y demasiado duro es sin duda un grave fracaso para cualquier cocinero.
Muchos principiantes están seguros de que mucho depende de la suerte.
Una opinión común es la siguiente: si tiene suerte y el producto inicialmente resulta ser de alta calidad, el plato resultará apetitoso.
Si se duda de la calidad de la compra, es poco probable que la comida resulte digna, independientemente de las medidas a las que recurra el cocinero.
Sin embargo, estas declaraciones nada tienen que ver con la realidad. De hecho, cualquier ama de casa puede quitar el amargor del hígado y suavizar el plato.
Para ello, basta con remojar previamente el producto.
¿El chef no está seguro de que el producto disponible produzca un plato suave, jugoso, sabroso y fácil de masticar?
Luego, es necesario colocar el hígado en un recipiente hondo y llenarlo con leche. Si no tienes una bebida blanca, puedes utilizar jugo de tomate.
El producto debe reposar en cualquiera de estos líquidos durante dos horas.
Como resultado, el hígado estará listo para freír u otro tratamiento térmico. La comida quedará suave, jugosa y no amarga.