Casi no hay grasa en la pechuga de pollo, por lo que hervida, horneada y frita sigue siendo gomosa, seca y sin sabor.
Pero la mama es rica en proteínas y saludable a cualquier edad. El problema de la jugosidad se puede solucionar con la ayuda de varios trucos.
1. El tiempo de cocción juega un papel importante. Si lo sobreexpones, la sequedad está garantizada. Por tanto, sofreír por cada lado durante 5 minutos y dejar en el horno media hora.
2. No sólo se bate carne dura. La pechuga de pollo también mejorará después de usar un martillo. Las fibras se suavizarán y la carne terminada quedará más jugosa y sabrosa.
3. En este caso, la marinada es simplemente necesaria. Basta con mantener la carne en cualquier mezcla durante 2-3 horas y el resultado te sorprenderá gratamente.
4. Para evitar que el jugo y la grasa salgan del pollo, es mejor hornear la carne en papel de aluminio o manga y freírla rebozada con pan rallado y harina.
5. La pechuga de pollo se corta en porciones a lo largo de la fibra, no a lo largo.