A veces solo apetece hacer unas buenas albóndigas con puré de patatas, porque tu corazón necesita comida casera caliente que se asocie con la infancia y la comodidad.
Por eso es necesario sacar la carne picada del congelador por la mañana para poder complacer a nuestra familia con una ración de jugosas albóndigas caseras para la cena.
Pero, ¿cómo puedes hacer que las albóndigas sean tan sabrosas como las de la abuela?
¡Cinco consejos eficaces y dorados que dejarán tus albóndigas jugosas!
Además de la carne picada, se añaden otros ingredientes: huevos para mantener la forma de las albóndigas, ajo para darle sabor y cebolla para darle jugosidad.
No descuides esta verdura, una cabeza es suficiente para 500 g de carne picada. Se puede consumir tanto crudo como frito.
Todos sabemos que hay que dosificar el aceite vegetal, sobre todo si freímos con él. Es bueno para la figura y la digestión. Pero en el caso de las albóndigas hay que actuar de otra manera. Para obtener una corteza crujiente y ligeramente húmeda, debes verter un poco de aceite (1-2 cucharadas), ¡esto es necesario para las albóndigas jugosas!
Las albóndigas se deben freír a fuego alto durante los primeros 2 minutos, luego se les da la vuelta y se fríen otros dos minutos por el otro lado.
Después de eso, cubra la sartén con una tapa, reduzca el fuego y fría hasta que esté suave por ambos lados. Puedes hornear albóndigas en el horno de esta manera, pero primero usa el primer método y luego obtendrás una corteza apetitosa que evitará que se escape el jugo.
Para darle un sabor delicado a las albóndigas, mezcle la carne picada con un pequeño trozo de mantequilla blanda y distribúyala uniformemente.
También puedes agregar queso rallado a la carne picada. Utilice únicamente variedades duras, no se derriten tan rápido a altas temperaturas.
Por ejemplo, si quieres hacer albóndigas de pollo, utiliza carne de muslo. Es bueno freír las pechugas de pollo por separado. Si quieres un producto un poco más dietético, mezcla las pechugas con la carne picada.