Cualquier despojo será una excelente opción para diversificar tu dieta, por eso vale la pena aprender a cocinarlos deliciosamente.
La principal queja del hígado es que el producto resulta amargo y duro.
Deshacerse del sabor desagradable es sencillo: basta con remojar el producto en leche durante una hora. Este método es universal para cualquier tipo de hígado. En algunos casos, esto también ayuda a añadir suavidad.
Pero hay otro método inusual al que las amas de casa deben prestar atención.
Primero hay que freír el hígado hasta que esté cocido de la forma habitual. Luego, en el mismo bol preparamos un aditivo especial que ayudará a suavizar nuestro plato.
Para ello, pica una cebolla y sofríela hasta que cambie de color. Luego tomamos manzanas con una acidez notable (o simplemente ácidas), las cortamos en rodajas y las freímos junto con la cebolla durante 1-2 minutos.
Coloca la mezcla de cebolla y manzana directamente sobre el hígado. Gracias a este truco, el plato quedará no solo suave, sino también muy sabroso.