Hornear o freír pollo al horno puede ser una gran idea para disfrutar de un delicioso manjar.
La parte más difícil de trabajar es la pechuga de ave, ya que no tiene grasa.
En manos de un cocinero inexperto, esta carne suele quedar seca y sin sabor. Para evitar una situación tan desagradable, debe seguir tres sencillos trucos.
Para que la pechuga de pollo conserve su jugosidad y suavidad, es necesario marinarla adecuadamente. No todas las recetas de adobos pueden hacer frente a la tarea.
Lo mejor es elegir opciones que ofrezcan el uso de salsa de soja o jugo de cítricos como uno de los componentes.
Trabajar con un martillo ayuda en algunos casos a conseguir la suavidad ideal al freír. Sin embargo, si no se trabaja con cuidado, la carne resulta ser de una calidad absolutamente mala: está mal masticada y no se ve muy presentable.
Por eso, no olvides envolver el filete en film transparente antes de empezar a batir.
Es el empanizado el que actúa como una capa protectora que evita que se escapen los jugos de la carne. Por eso, a la hora de freír y hornear, lo mejor es trabajar con rebozado o empanizado.
Puedes elegir cualquier método de empanizado que te parezca más atractivo.