El jugo de tomate es bueno para la salud. Estas no son palabras vacías ni una estrategia de marketing.
Pero para beneficiarse de él, no sólo es necesario beber el jugo sin sal, sino también saber cuánto y cuándo beberlo.
Los tomates con los que se prepara el jugo de tomate se componen de un 90% de agua. En consecuencia, este jugo se considera dietético. Está lleno de vitaminas A, C, B6, PP, K, Mg, ácidos orgánicos y sustancias pectínicas. Promueve la liberación de la hormona de la alegría, la serotonina, por lo que ayuda a aliviar la tensión y el estrés. El color rojo indica la presencia en los tomates de la sustancia licopeno, un colorante natural con propiedades antioxidantes, según explicó a Izvestia la bióloga Irina Lyalina.
A pesar de que al preparar jugo se destruyen algunas de las vitaminas, aumenta el contenido de licopeno beneficioso.
El jugo de tomate ayuda a preservar la juventud, reduce el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, reduce el nivel de colesterol malo y el riesgo de coágulos sanguíneos y es un medio para prevenir el cáncer.
Es un agente colerético y antiinflamatorio, lo que hace que el jugo sea útil para la baja acidez del estómago, así como para las enfermedades del duodeno.
El jugo es bueno para diabéticos, adelgazantes y mujeres embarazadas.
Su uso se considera indeseable para mujeres lactantes debido al riesgo de desarrollar alergias en el niño.
No puedes beber más de dos vasos de jugo al día. La dosis debe tomarse 30 minutos antes o después de las comidas.
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