Desde pequeñas, las madres y las abuelas nos decían: comed la sopa, si no no tendréis fuerzas. Crecimos, nos olvidamos de las sopas, pero nuestras fuerzas no desaparecieron. ¿Son las sopas tan necesarias para nuestro organismo como decían nuestros padres?
La nutricionista Svetlana Chernushevich dijo que cuando éramos niños nos enseñaron a comer primer plato, segundo plato y compota. Sin embargo, el consumo de sopas debe reducirse únicamente a las preferencias internas.
La moda de las sopas comenzó en tiempos de hambruna por falta de alimentos. Las abuelas necesitaban alimentar a una familia numerosa con una pequeña cantidad de comida y con ellas se preparaban sopas.
Para la salud, no importa si se trata de sopa o puré de patatas con chuleta. La sopa es agua a la que se le ha añadido comida. Por lo tanto, también puedes hacer una segunda comida y beber agua.
La sopa ocupa mucho espacio en el estómago, por lo que la sensación de saciedad llega más rápido. Si a tu hijo le gusta comer sopas, déjale que las coma, pero si no quiere, no le obligues a comer sopa, ofrécele un segundo plato.
Olvídate de "Si no comes la sopa, no obtendrás los dulces". Esta frase fomenta malos hábitos alimentarios y hace que quieras comer dulces después de la sopa.