Imagínese: usted y su pareja se sientan en el suelo uno frente al otro. Entre vosotros hay un cuenco de agua.
Debéis miraros a los ojos en silencio durante exactamente 7 minutos y luego, simultáneamente, bajar las manos al agua. ¿Suena como un ritual chamánico?
Esto es exactamente lo que hacían las parejas de las tribus amazónicas cuando sentían que la conexión se estaba debilitando.

Los psicólogos modernos, habiendo estudiado este ritual, descubrieron algo sorprendente: las acciones sincrónicas sin palabras activan las mismas áreas del cerebro que los primeros meses de enamoramiento. Pero ¿por qué funciona?
Cuando estamos en silencio, las máscaras sociales desaparecen: sólo queda el lenguaje corporal. Observas cómo parpadea tu pareja, cómo le tiembla el labio por la tensión, cómo cambia el ritmo de su respiración.
Te transporta al momento en que os conocisteis, antes de las palabras, las promesas y las expectativas. Pero la mayoría de las parejas fracasan la primera vez. ¿Causa?
Hemos olvidado cómo ser vulnerables. Uno empieza a reír del nerviosismo, el otro mira hacia otro lado. Esto está bien. Intente repetir el ritual cada dos días, reduciendo el tiempo a 3 minutos.
Dentro de una semana, descubrirás que se ha desarrollado un nuevo tipo de intimidad entre ustedes, como si estuvieran aprendiendo a amar nuevamente. Y sí, un recipiente con agua no es necesario.
Incluso lavar los platos juntos en silencio servirá. El secreto no es la magia, sino dejar de rellenar los huecos con palabras.