Conocer a un ser querido es una gran felicidad.
El psicólogo Valery Gut contó cómo preservar el amor en el matrimonio.
Pero para mantener una conexión con él, es necesario hacer un gran esfuerzo. Si no trabajas en una relación, tarde o temprano colapsará.
Según el Sistema Unificado de Información y Estadística Interdepartamental, en 2021 el 70% de los matrimonios en Rusia se rompieron. En comparación, hace 30 años la tasa de divorcio era del 42% y hace 70 años era sólo del 4%.
Para vivir un matrimonio largo y feliz, es necesario amar según las reglas. Éstos son algunos de ellos.
Regla No. 1. No idealices a tu pareja y la relación en general.
Cuando decidimos estar juntos, debemos estar dispuestos a aceptar a la persona tal como es, con todos sus defectos.
Aceptar significa permitir que sea imperfecto, no compararlo con otros y no ajustarlo a tus ideas del ideal, no rehacerlo. Lo mismo se aplica a las relaciones en general.
Debe aprender a contarle a su pareja sus deseos y lo que no le conviene; así no habrá expectativas, resentimientos ni decepciones injustificadas. Otra persona no puede leer nuestros pensamientos, por lo que no puede predecir nuestros deseos. Vale la pena recordarlo más a menudo.
Una relación feliz es cuando podemos ser quienes somos y aun así sentirnos aceptados y amados.
Regla No. 2. Ser capaz de escucharse y oírse unos a otros.
No podemos leer la mente. Pero es necesario saber qué piensa un ser querido, qué es importante para él y qué le duele el alma. Por tanto, es necesario que desarrolles tu capacidad de observación y estés atento a los detalles y las pequeñas cosas.
Para ayudar a hacer realidad sus deseos grandes y pequeños, debe interesarse por lo que sueña su ser querido y notar lo que lo atrae.
La reacción de su pareja en esos momentos no tiene precio y esta experiencia fortalecerá el amor en su matrimonio en todo momento.
Regla #3: Muéstrense mutuamente su amor.
Para preservar los sentimientos, es necesario mostrarlos. El amor y el cuidado se pueden expresar de muchas maneras.
Gary Chapman, en su libro Los cinco lenguajes del amor, afirma que cada persona tiene un lenguaje de amor único a través del cual muestra y percibe mejor el amor.
Identifica cinco lenguajes con los que podemos mostrar nuestra actitud hacia los seres queridos.
- Palabras: habla de tus sentimientos, agradece, admira de corazón y en voz alta.
- Tocar: tomarse de la mano, abrazarse, ajustarse la ropa con cuidado.
- Tiempo: pasa cada minuto libre con tu ser querido, encuentra un lugar para él en tu apretada agenda.
- Cuidar: repostar el coche, ayudar con la cena o limpiar.
- Regalos: no necesariamente caros, puedes regalar algo simbólico y sin motivo alguno.
Para comprender qué idioma habla su ser querido, debe observarlo. Debes intentar traducir sus acciones y palabras al lenguaje del amor y luego expresar tus sentimientos de una manera que resuene en él.
También es importante mantener el romance en una relación: esto la hace animada e interesante.
Regla nº 4. Saber entrar en conflicto y hacer las paces correctamente.
Creemos que los conflictos destruyen las relaciones. Por eso, en situaciones en las que algo en la pareja nos irrita o no nos conviene, preferimos no prestarle atención.
Con el tiempo, las contradicciones se acumulan y tarde o temprano pueden convertirse en una confrontación destructiva.
Por lo tanto, es importante discutir cualquier problema, tanto grande como pequeño, de manera oportuna.
No es necesario discutir y mucho menos ir más allá de ciertos límites: humillar a su interlocutor, discutir sobre él en lugar del problema, poner ultimátums y volver sin cesar a conflictos pasados.
También están prohibidas las generalizaciones “tú siempre” y “tú nunca”, que socavan la autoestima de una persona.
Cualquier conflicto es, ante todo, una oportunidad para ver y solucionar un problema. Y, si cada socio intenta comprender el punto de vista del otro, reconoce el derecho de ambos a cometer errores y busca una salida a una situación difícil, la relación sólo se fortalecerá como resultado del conflicto.
Regla número 5. No te olvides de ti mismo y respeta la libertad de otra persona.
No debes disolverte por completo en tu ser querido. Es importante recordar que una vez atrajimos la atención de esta persona con nuestra personalidad.
Si nos fusionamos con una pareja (comenzamos a vivir exclusivamente en sus intereses, nos comunicamos con sus amigos y hacemos solo lo que él quiere), nos abandonamos gradualmente.
Es como si intentáramos reemplazar nuestra personalidad por la de un ser querido, destruyendo así la nuestra. En tal situación, ambos pierden, porque nuestro socio también deja de ver en nosotros lo que antes despertaba su interés.
Cada persona debe esforzarse por preservar su integridad, su identidad. Y contrariamente a la expresión popular, el amor no es la fusión de dos almas, sino su capacidad de existir armoniosamente una al lado de la otra.
Para aprender a amar debemos actuar de la misma manera que si quisiéramos dominar cualquier otro arte, por ejemplo, la música, la pintura, la carpintería o la medicina.
Debemos comprender la teoría y consolidarla en la práctica. Erich Fromm habla de esto en su libro con el revelador título “El arte de amar”.
Cada pareja casada que ha estado felizmente casada durante muchos años tiene sus propias reglas y secretos. Pero todos se reducen a una cosa: para mantener el amor, es necesario trabajar en la relación.
Si no les siembras nada: ni emociones, ni tiempo, ni paciencia, nada surgirá de la relación.
No puedes dejar de aprender. No importa cuánto tiempo vivan las personas en matrimonio, es necesario seguir aprendiendo algo nuevo el uno del otro. Cuando pensamos en cómo mejorar aún más nuestras relaciones, seguramente aparecerán ideas.
“Dar es mucho más alegre que recibir, no porque sea una privación, sino porque al dar me siento vivo”, si sigues esta regla de Erich Fromm, podrás mantener el amor en una relación durante mucho tiempo.