Hoy en día, los matrimonios oficiales se celebran con mucha más frecuencia que hace unos años.
La psicóloga Lyubov Trofimova contó cómo el trauma infantil se manifiesta en las relaciones matrimoniales.
Pero los procedimientos de divorcio también han dejado de ser una rareza; tomemos como ejemplo las estadísticas: según datos de EMISS, el 70% de los matrimonios en Rusia se rompieron en 2021 y el 73% en 2020.
Los divorcios se producen porque la pareja a menudo compensa sus problemas a expensas de la otra persona y no sabe cómo mantener un diálogo abierto.
A menudo, la causa de esto es un trauma infantil, que tiene un gran impacto en toda nuestra vida y se manifiesta más vívidamente en las parejas casadas. A nivel mundial, nuestros traumas infantiles se dividen en dos tipos: relaciones con mamá y relaciones con papá.
En este artículo veremos los problemas más habituales y las formas de solucionarlos a nivel básico antes de acudir a un psicólogo. Este artículo está dirigido a aquellos que quieren salvar su matrimonio y hacer que las relaciones familiares sean fuertes y saludables.
3 lesiones más comunes
- Relaciones sexuales. En Rusia no existe educación sexual y no es costumbre que las familias hablen abiertamente sobre las relaciones sexuales. Además, ridículamente, ni siquiera es costumbre llamar a los genitales por su nombre propio.
Debido a esto, hay una rigidez del cuerpo y una falta de aceptación de la propia sexualidad, y surgen dificultades en las relaciones con la pareja. Esto suele conducir a la infidelidad y al divorcio.
¿Qué hacer?
Reconocer las actitudes que nos inculcaron nuestros padres en la infancia respecto a nuestro cuerpo y a las relaciones sexuales, y trabajarlas.
Intente dialogar abiertamente con su pareja sobre sus deseos en la esfera íntima, exploren sus intereses y compartan fantasías.
- Triángulo de Karpman. Debido a que los padres que sobrevivieron al período postsoviético eran fríos con sus hijos, los niños experimentan una falta de amor, atención y apoyo.
A menudo, en la familia, los roles se distribuían de la siguiente manera: uno de los padres era el agresor, el otro era la víctima y el niño era el salvador. Dependiendo de las situaciones, estos roles pueden cambiar y moverse en círculo de un miembro de la familia a otro.
Esto es peligroso porque el niño se acostumbra a la agresión o al síndrome del salvador y no puede entablar relaciones adultas, pensando que nadie lo amará en vano.
Para estos niños, el plan para recibir amor es un estallido de agresión, posteriores disculpas y, al final, culpar a la otra persona de que, en realidad, todo es culpa suya.
¿Qué hacer?
Realice un seguimiento de todas sus manifestaciones emocionales, en qué situaciones ocurren y cómo reacciona emocionalmente una persona ante un evento en particular.
Tal vez simplemente le grites a alguien sin una buena razón, trates de ayudar a todos o te quejes constantemente de la vida. Estos tres momentos serán señales para ti de que estás caminando en círculo y no puedes salir de él.
Aquí vale la pena adoptar la posición de observador y buscar la ayuda de un especialista.
- Hiperprotección e hipercontrol. Los niños que crecieron en los años 90 y 2000 fueron sometidos a una gran sobreprotección por parte de unos padres que controlaban cada uno de sus pasos, acciones y salidas fuera del hogar.
Los padres se vieron muy influenciados por la situación del país y los obligaron a cuidar y crear un espacio seguro para sus hijos.
Un adulto que creció en tales condiciones demuestra su amor de la misma manera, tratando de controlar cada paso y acción de su pareja, asumiendo que sabe mejor cómo hacer que la otra persona esté más segura. Esto puede convertirse en una manía de persecución, que prácticamente estrangula a la otra mitad de la relación.
¿Qué hacer?
Comprende en qué momentos entran en juego la hiperprotección y el hipercontrol, luego debes discutir este tema con tu pareja, contándole y explicándole honestamente cuál es tu principal miedo.
En el diálogo podrás acordar un formato cómodo de interacción para que poco a poco puedas empezar a dejar de lado la situación y llevar la relación a un nivel de mayor confianza y libertad personal sin violar los límites personales de tu pareja.
Por supuesto, estas lesiones pueden controlarse y tratarse por su cuenta, pero es mejor ponerse en contacto con un profesional.