Mientras realizaba una patrulla de rutina por los bosques de Queensland, Kylie Gray, empleada de Parques Nacionales de Conway, se quedó paralizada.
Frente a ella estaba sentado un anfibio, cuyo tamaño era difícil de comprender a primera vista.
"Es como una broma de la naturaleza", admitió más tarde.

La criatura, que parecía un cruce entre una pelota de fútbol y un animal prehistórico, resultó ser una rana de caña que pesaba 2,7 kg, más pesada que la mayoría de los bebés recién nacidos.
El anfibio gigante, apodado inmediatamente Toadzilla, fue llevado para pesarlo.
El resultado dejó atónitos incluso a los técnicos más experimentados: se batió el anterior récord mundial, establecido en 1991 por la rana sueca Princen (2,65 kg).
"Era como si consumiera todo lo que la rodeaba", dijo Gray, explicando que un ejemplar así podría alimentarse no sólo de insectos, sino también de pequeños mamíferos.
Los científicos estiman que la edad de "Zhabzilla" se acerca a los 15 años, el límite para su especie en la naturaleza.
A pesar de su singularidad, la rana tuvo que ser sacrificada: en Australia, los sapos de caña se consideran una especie invasora que amenaza el ecosistema.
El cuerpo de "Zhabzilla" fue entregado al Museo de Queensland para su estudio.
Esta historia no sólo agregó una página al Libro Guinness de los Récords, sino que también nos hizo pensar en la rapidez con la que las especies exóticas se apoderan de nuevos territorios, pasando de ser exóticas a una amenaza.
“Estos hallazgos nos recuerdan que la naturaleza siempre está dispuesta a sorprendernos, incluso donde menos lo esperamos”, concluyó el personal del parque.