En lo profundo de la selva amazónica, un equipo de exploradores ha tropezado con unas ruinas que nos obligan a repensar todo lo que sabemos sobre las civilizaciones antiguas.
Ocultas bajo una capa de vegetación centenaria había pirámides más grandes que las de Egipto y un sistema de canales que daban testimonio de una ingeniería avanzada.
Los científicos han descubierto artefactos que se asemejan a baterías eléctricas: recipientes de arcilla con varillas de cobre y restos de ácido.

Los experimentos demostraron que estos dispositivos podían generar corriente suficiente para dorar joyas.
Aún más misteriosos eran los frescos que representaban cúmulos de estrellas que no se pueden ver sin un telescopio.
¿Cómo sabían las personas que vivieron hace miles de años de la existencia de la Nebulosa de Orión?
En las paredes de los templos se han encontrado símbolos similares a fórmulas matemáticas modernas, incluido el número π de cinco dígitos. Esto pone en tela de juicio la teoría de que las civilizaciones antiguas no poseían cálculos complejos.
Pero el hallazgo principal fueron losas de piedra con mapas que apuntaban a otras ciudades que aún no habían sido descubiertas.
Imágenes de satélite han confirmado que efectivamente existen estructuras bajo tierra que parecen calles y edificios.
Quizás estemos a punto de descubrir toda una red de ciudades antiguas que estaban conectadas por rutas comerciales.
El análisis del suelo reveló rastros de plantas que no crecían en la región, lo que indica que los habitantes de la ciudad se dedicaban a la selección o tenían contactos con los continentes al otro lado del océano.
¿Quiénes eran ellos? Las leyendas de las tribus locales hablan de "gente del cielo" que les enseñó la agricultura y desaparecieron tras la ira de los dioses.
Los científicos aún no pueden dar una respuesta, pero una cosa está clara: la historia humana es mucho más compleja de lo que pensábamos. Tal vez nuestros antepasados poseían tecnologías que apenas estamos empezando a comprender.