Imaginemos una situación: iniciaste una conversación con alguien, al principio la conversación transcurre con normalidad.
Y entonces alguien dijo una frase que provocó una discusión.
Tu interlocutor eligió una forma emocional de defender su punto de vista y comenzó a alzarte la voz.

¿Qué hacer en tal situación? ¿Empezar a gritar? ¡De ninguna manera!
Si su interlocutor comienza a hablar en tono elevado, no siga su ejemplo.
El interlocutor levanta la voz: ¿qué hacer?
La respuesta es simple: no reflejes el comportamiento de esta persona.
Sigue hablando con calma. Quizás tenga sentido responder aún más tranquilamente.
No temas que no te escuchen. Y no asuma que hablar en voz baja le hará perder la discusión.
Surgirá otra situación, más interesante.
Obligarás al interlocutor que habla en voz alta a empezar a escucharte.
Lo más probable es que su contraparte deje de hablar en voz alta. Las emociones disminuirán. Se evitarán peleas.
Si el interlocutor no quiere hablar en voz más baja y adaptarse a usted, empezará a parecer estúpido.
El resultado es la siguiente situación: usted habla en voz baja y tranquila, y su interlocutor habla en voz alta. La otra parte demuestra que no puede controlarse. Esto significa que has ganado la disputa.