¿Has notado cómo algunas personas insertan la palabra "generalmente" en cada oración? “En realidad no es mi problema”, “No lo creo en absoluto”, “¿De qué estás hablando?”
Parece ser sólo un hábito del habla. En realidad, hay un patrón de comportamiento tóxico detrás que está destruyendo lentamente su relación.
Y si no lo reconocemos a tiempo, las consecuencias serán irreversibles.

Las personas que abusan de la palabra "generalmente" a menudo la utilizan como escudo. Les ayuda a distanciarse de la responsabilidad y trasladar la conversación hacia lo abstracto.
Por ejemplo, en lugar de una respuesta específica a la pregunta “¿Por qué no completaste la tarea?” Oirás: "En realidad, no tuve que hacer eso".
Esto no es una discusión: es un intento de reproducir las reglas del diálogo. La otra persona se pone por encima de la situación para hacerte sentir mal incluso sin una razón.
Es aún más peligroso cuando el “en general” se convierte en un instrumento de agresión oculta. Frases como "¿Puedes siquiera oírme?" o “En realidad, esto es una tontería” destruyen la posibilidad de una conversación constructiva.
Ponen la conversación en un modo de conflicto donde tu opinión se considera poco importante desde el principio.
Estas personas rara vez hacen concesiones porque su objetivo no es resolver el problema, sino demostrar su superioridad.
¿Cómo protegerse? Dejen de tomarlos "en general" al pie de la letra. Haga preguntas aclaratorias: “¿Qué quiere decir exactamente con ‘en general’?” o "¿Puedes explicarlo sin generalizar?"
Esto privará al interlocutor de la oportunidad de manipular y lo obligará a hablar de forma específica.
Si continúa con abstracciones, estamos tratando con un manipulador profesional. Seguir comunicándote con él te costará nervios.