Existe un estereotipo en la sociedad de que los hombres son más propensos a hacer trampa que las mujeres.
Y efectivamente: según los resultados de la encuesta, los hombres son algo más activos que las mujeres en este indicador.
Es cierto que la diferencia entre sexos no es tan grande.
Además, hay que tener en cuenta que la fiabilidad de la información depende de la honestidad de los encuestados que participaron en el estudio, y a las mujeres les puede resultar más difícil admitir la infidelidad debido a las expectativas sociales.
A los 34 años, un número aproximadamente igual de hombres y mujeres admiten su infidelidad.
Pero con el paso de los años la diferencia aumenta y hacia la vejez se vuelve cada vez más significativa desde el punto de vista estadístico.
Por ejemplo, entre las personas de entre 20 y 29 años, el 11% de los hombres y el 10% de las mujeres hacen trampa.
Y entre los mayores de 80 años, el 26% de los hombres y el 13% de las mujeres son infieles.
Quizás no sea tanto una cuestión de edad como de diferentes puntos de vista sobre la fidelidad, característicos de diferentes generaciones.