Él te sonríe, bromea y asiente.
Pero algo me dice que detrás de la máscara de buena voluntad hay hostilidad.
Reconocer a un odiador secreto es difícil, pero posible. Serán las pequeñas cosas a las que nadie presta atención las que lo delatarán.

Y si encuentras al menos tres de las cinco señales, estate alerta.
La primera señal es una mirada “vidriosa”. Cuando una persona te escucha, sus ojos se congelarán por un momento, como si estuviera mirando a través de ti. Esto es una señal de que se ha distanciado mentalmente de la conversación.
El segundo marcador son las pausas antinaturales antes de la respuesta. Él finge pensar en tus palabras, pero en realidad está conteniendo su irritación.
La tercera señal son los cumplidos ambiguos. Frases como “Te ves tan… diferente hoy” o “Es valiente de tu parte hacer eso” suenan como un elogio, pero tienen un subtexto oculto.
La cuarta marca es un cambio repentino de tema cuando se intenta profundizar en la conversación. Por ejemplo, usted habla de un problema y él pasa a una broma o a un chisme.
La quinta y principal señal es el contacto “accidental” con tus cosas. Él podría mover tu vaso, ordenar los papeles de tu escritorio o quitarte el polvo invisible de los hombros.
Es un deseo subconsciente de violar tu espacio personal para afirmar tu dominio.
¿Cómo reaccionar? No confrontar. Empiece a capturar estos momentos. Si el patrón se repite, mantenga la comunicación al mínimo.
Los odiadores secretos rara vez pasan a la ofensiva, pero su energía envenena lentamente tu confianza.
Recuerda: no tienes que complacer a todo el mundo. Vale la pena invertir tu tiempo en aquellos que te valoran sinceramente.