Nadie quiere que le pique una abeja o una avispa.
La picadura de estos insectos causa muchas sensaciones desagradables y, a veces, en caso de alergias, puede incluso ser peligrosa.
Pero es poco probable que todo esto se pueda comparar con las consecuencias de una picadura para las propias abejas, que incluso mueren después de picar a una persona.
Lo que es digno de mención es que ese destino no concierne en modo alguno a sus "hermanos": las avispas.
La razón de esto es la forma especial de la picadura. Esta parte del cuerpo de las abejas tiene estrías y al ser mordidas parece estar atornillada a la piel.
Después de que una abeja pica a una persona, ésta no puede quitar el aguijón con calma y, como resultado, se arranca del abdomen y la abeja muere.
A diferencia de las abejas, las avispas tienen aguijones lisos, lo que les permite picar varias veces.
No está del todo claro por qué la naturaleza no proporcionó tal mecanismo. Algunos creen que la razón radica en la gran cantidad de abejas. En una colmena el número de individuos puede llegar a decenas de miles. En tales condiciones, muchos insectos se sacrifican para proteger al enjambre.
Un enjambre de avispas es mucho más pequeño que un enjambre de abejas, y la pérdida de un individuo afecta en gran medida a toda la colonia, lo que hace que las avispas sean más agresivas.
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